Balance de la 34 Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca

01.10.2020

Un año más Huesca acogido una nueva edición de su Feria Internacional de Teatro y Danza. Pero éste no ha sido un año más. Ha sido un año realmente duro y difícil. Quizá el más difícil de su ya dilatada historia. No sólo por las graves consecuencias de la crisis sanitaria, sino también por otros múltiples motivos. El primero de ellos llegó ya en mayo, con la triste pérdida de Javier Brun, que debía realizar la labor de dirección de esta 34ª edición de la Feria. Pero, a pesar de todo, por parte del Ayuntamiento se mantuvo la convicción de que la Feria tenía que seguir adelante, aunque solo fuera por honrar la memoria de quien fue uno de sus principales impulsores. Desde ese mismo momento se decidió que esta edición estaría dedicada a su figura y que era obligado crear un premio que llevara su nombre. Premio que se ha concedido este año por primera vez y que ha recaído en el gestor cultural José Luis Melendo, otro de los grandes impulsores de la Feria.


Pero los problemas no acabaron allí. El siguiente paso era luchar para conseguir la financiación necesaria para realizar una edición digna de la Feria, y no un simple simulacro para salir del paso. Reunir ese dinero, con las instituciones públicas en franca recesión cultural, fue también una tarea ardua, que finalmente pudo llegar a buen puerto gracias a la buena disposición del Ayuntamiento de Huesca, que apostó claramente por la Feria, comprometiendo una gran parte de su presupuesto cultural de este año. Cuando por fin se había reunido esa financiación, estábamos a tan solo un poco más de un mes para el comienzo previsto. Con lo cual hubo que montar rápidamente, sin tregua y con un gran esfuerzo por parte tanto del personal municipal como del equipo de producción, todo el dispositivo para llegar a tiempo. Y desde aquí hay que felicitar expresamente al entusiasmo y la energía desplegados por todas las personas que han contribuido a que la Feria saliera adelante. Finalmente, el último escollo contra el que había que luchar era el previsible miedo tanto de los programadores y profesionales como del público ante el peligro cierto del coronavirus.

 

Y a pesar de todos los pesares y problemas, la 34 Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca se puso en marcha y, en lugar de apostar por una edición de perfil bajo, lo hizo además con novedades: la puesta en marcha de un mercado de proyectos, que ha sustituido –creemos que con éxito- a la habitual zona de mercado, y la atención puesta en el ámbito rural con la primera edición de Sin Condiciones, una feria dentro de la propia Feria con la que se ha intentando reflexionar y llevar a la práctica la promoción de las artes escénicas en el medio rural. Nuestra particular contribución a la lucha contra la despoblación y contra esa España vaciada de la que tanto se habla pero que poco se hace por combatir sus efectos. Tuvo lugar esta primera edición en la cercana localidad de Ayerbe el domingo 27 de septiembre y contó con siete compañías aragonesas y cerca de medio centenar de programadores y profesionales.

 

Por lo que se refiere a la Feria en sí, se realizó los días 28, 29 y 30 de septiembre en los espacios habituales de la capital oscense. Y aunque tuvo un día menos que las ediciones “normales”, se compensó con ese día de antes en Ayerbe con la sección Sin Condiciones. Lógicamente, hubo que restringir el acceso de programadores y profesionales para cumplir con el protocolo derivado de la covid-19. Pero aún así, fueron más de 170 los acreditados, y tanto en ellos como en el público (que respondió de forma generosa) se advirtieron la ilusión y las ganas de volver a disfrutar del teatro, la danza y el circo de una forma lo más parecida posible a los tiempos de la “vieja normalidad”. Una vez más, la Feria de Huesca ha apostado por varios de los ejes que rigen su trayectoria de los últimos años: la apuesta por los nuevos lenguajes escénicos, la atención especial a la danza y al circo y el apoyo decidido a la escena local aragonesa, que creemos que vive un momento de una gran fertilidad.

 

Por otro lado, la Feria ha vuelto a lograr ese ansiado equilibrio entre los grandes nombres y las figuras más o menos consagradas (Carmelo Gómez, Kukai Dantza, Manolo Alcántara, Teatro del Temple, LaMov, Iron Skulls) con compañías jóvenes y/o propuestas rompedoras como El Mar del Norte, La Pitbull, Voadora o Seon, una de las grandes revelaciones de esta edición. Finalmente, tres compañías oscenses (Zazurca, Violeta Borruel, Corral de García) certifican la buena salud de la escena local, que en gran medida es fruto de la semilla sembrada por la Feria en estas más de tres décadas de existencia. La conclusión final es que, pese a todos los inconvenientes y problemas derivados de este año atroz para el mundo de la cultura, ha sido sin duda una buena edición de la Feria, que se ha vivido además con más ilusión y ganas que nunca. Pero el mayor éxito de esta edición ha sido, sin duda, el hecho de que la hayamos podido celebrar.    

Un año más Huesca acogido una nueva edición de su Feria Internacional de Teatro y Danza. Pero éste no ha sido un año más. Ha sido un año realmente duro y difícil. Quizá el más difícil de su ya dilatada historia. No sólo por las graves consecuencias de la crisis sanitaria, sino también por otros múltiples motivos. El primero de ellos llegó ya en mayo, con la triste pérdida de Javier Brun, que debía realizar la labor de dirección de esta 34ª edición de la Feria. Pero, a pesar de todo, por parte del Ayuntamiento se mantuvo la convicción de que la Feria tenía que seguir adelante, aunque solo fuera por honrar la memoria de quien fue uno de sus principales impulsores. Desde ese mismo momento se decidió que esta edición estaría dedicada a su figura y que era obligado crear un premio que llevara su nombre. Premio que se ha concedido este año por primera vez y que ha recaído en el gestor cultural José Luis Melendo, otro de los grandes impulsores de la Feria.


Pero los problemas no acabaron allí. El siguiente paso era luchar para conseguir la financiación necesaria para realizar una edición digna de la Feria, y no un simple simulacro para salir del paso. Reunir ese dinero, con las instituciones públicas en franca recesión cultural, fue también una tarea ardua, que finalmente pudo llegar a buen puerto gracias a la buena disposición del Ayuntamiento de Huesca, que apostó claramente por la Feria, comprometiendo una gran parte de su presupuesto cultural de este año. Cuando por fin se había reunido esa financiación, estábamos a tan solo un poco más de un mes para el comienzo previsto. Con lo cual hubo que montar rápidamente, sin tregua y con un gran esfuerzo por parte tanto del personal municipal como del equipo de producción, todo el dispositivo para llegar a tiempo. Y desde aquí hay que felicitar expresamente al entusiasmo y la energía desplegados por todas las personas que han contribuido a que la Feria saliera adelante. Finalmente, el último escollo contra el que había que luchar era el previsible miedo tanto de los programadores y profesionales como del público ante el peligro cierto del coronavirus.

 

Y a pesar de todos los pesares y problemas, la 34 Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca se puso en marcha y, en lugar de apostar por una edición de perfil bajo, lo hizo además con novedades: la puesta en marcha de un mercado de proyectos, que ha sustituido –creemos que con éxito- a la habitual zona de mercado, y la atención puesta en el ámbito rural con la primera edición de Sin Condiciones, una feria dentro de la propia Feria con la que se ha intentando reflexionar y llevar a la práctica la promoción de las artes escénicas en el medio rural. Nuestra particular contribución a la lucha contra la despoblación y contra esa España vaciada de la que tanto se habla pero que poco se hace por combatir sus efectos. Tuvo lugar esta primera edición en la cercana localidad de Ayerbe el domingo 27 de septiembre y contó con siete compañías aragonesas y cerca de medio centenar de programadores y profesionales.

Por lo que se refiere a la Feria en sí, se realizó los días 28, 29 y 30 de septiembre en los espacios habituales de la capital oscense. Y aunque tuvo un día menos que las ediciones “normales”, se compensó con ese día de antes en Ayerbe con la sección Sin Condiciones. Lógicamente, hubo que restringir el acceso de programadores y profesionales para cumplir con el protocolo derivado de la covid-19. Pero aún así, fueron más de 170 los acreditados, y tanto en ellos como en el público (que respondió de forma generosa) se advirtieron la ilusión y las ganas de volver a disfrutar del teatro, la danza y el circo de una forma lo más parecida posible a los tiempos de la “vieja normalidad”. Una vez más, la Feria de Huesca ha apostado por varios de los ejes que rigen su trayectoria de los últimos años: la apuesta por los nuevos lenguajes escénicos, la atención especial a la danza y al circo y el apoyo decidido a la escena local aragonesa, que creemos que vive un momento de una gran fertilidad.

 

Por otro lado, la Feria ha vuelto a lograr ese ansiado equilibrio entre los grandes nombres y las figuras más o menos consagradas (Carmelo Gómez, Kukai Dantza, Manolo Alcántara, Teatro del Temple, LaMov, Iron Skulls) con compañías jóvenes y/o propuestas rompedoras como El Mar del Norte, La Pitbull, Voadora o Seon, una de las grandes revelaciones de esta edición. Finalmente, tres compañías oscenses (Zazurca, Violeta Borruel, Corral de García) certifican la buena salud de la escena local, que en gran medida es fruto de la semilla sembrada por la Feria en estas más de tres décadas de existencia. La conclusión final es que, pese a todos los inconvenientes y problemas derivados de este año atroz para el mundo de la cultura, ha sido sin duda una buena edición de la Feria, que se ha vivido además con más ilusión y ganas que nunca. Pero el mayor éxito de esta edición ha sido, sin duda, el hecho de que la hayamos podido celebrar.    

Luis Lles 
Director 

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